Personas vecinas y familiares también han sido expuestas a un enorme riesgo y, en muchos casos, han enfermado o incluso han muerto sin saber que el amianto era el causante de sus patologías. Son las otras víctimas del amianto. Las víctimas pasivas. Fábricas como la célebre Uralita de Cerdanyola o la Rocalla en Castelldefels han sido centros de trabajo donde, como ha quedado probado judicialmente, incumplía reiteradamente la normativa vigente en materia de protección de la salud y prevención de riesgos, poniendo en riesgo la vida de las personas que trabajaban.
Pero éstas no han sido las únicas víctimas del amianto. Muchas otras personas que nunca trabajaron en las fábricas donde se utilizaba este material también han sufrido las consecuencias de su inhalación. Son las llamadas víctimas pasivas del amianto. Familiares de ex trabajadores que han entrado en contacto con el amianto, por ejemplo, a través de las fibras impregnadas en la ropa de trabajo de sus parientes. Gente, incluso, que paga con la salud el hecho de haber sido vecinos y vivir o trabajar en un radio de 2 kilómetros respecto a las fábricas donde algunas empresas conseguían multimillonarios beneficios pasando por encima de la salud de los demás.