
Ni jaulas que corten nuestras alas. Ni dominaciones que nos encarcelen. Las mujeres queremos ser libres. Y no nos cansaremos de repetirlo cada 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, pero también cada día del año, para denunciar las constantes violencias y discriminaciones de las que somos objeto las mujeres por el mero hecho de serlo. Y una vez más, poniendo énfasis en las reivindicaciones vinculadas al entorno laboral, con la constante brecha salarial, y en las esferas institucionales y judiciales, para exigir más recursos que ayuden a poner una mirada más afinada con perspectiva de género. Para caminar hacia la libertad y la equidad.
Y es que queremos seguir denunciando todas las violencias de un sistema machista y patriarcal que afectan a las mujeres, más aún a las mujeres migradas, racializadas y con diversidades funcionales y de género. Violencias que comienzan con las desigualdades endémicas como la brecha salarial, que sigue situándose cerca del 20% entre hombres y mujeres y que tiene sus efectos posteriores en el sistema de pensiones. Una jornada para denunciar y hacer visible también que las políticas de cuidados y conciliación no se sustentan cuando 9 de cada 10 excedencias por estos cuidados son mujeres. Trabajos, además, invisibles y poco o nada remunerados. Un sistema que con demasiada frecuencia obliga a las mujeres la doble jornada laboral –el trabajo fuera de casa y el trabajo de casa–. La precarización laboral es una evidencia y esto contribuye a la feminización de la pobreza: un 70% de las personas pobres del mundo son mujeres.
Todo son violencias de un sistema patriarcal y machista que provoca que entre un 25 y un 50% de las mujeres hayan vivido situaciones de acoso sexual en el entorno laboral. Los planes de igualdad avanzan pero todavía hay mucho trabajo por hacer. Pero es en los feminicidios donde la violencia machista se manifiesta con toda su crudeza: 47 mujeres asesinadas a manos de las parejas o exparejas en el 2024. Cifras que estremecen y muestran la cara más negra de una lacra que hay que erradicar. No es suficiente con la autodefensa para hacer frente a la ofensiva antifeminista. Es necesario un cambio de rumbo y sobre todo una mirada colectiva que permita caminar hacia un sistema y una sociedad más solidaria y que respete la dignidad de todas, todas las personas.
Los colectivos feministas exigen más recursos para combatir todas las formas de violencia, leyes que lo regulen de manera efectiva, miradas de un sistema legislativo que vaya más allá y por tanto exigiendo formación en perspectiva de género en el poder judicial, en los cuerpos y fuerzas de seguridad y en las administraciones así como medidas para erradicar todo tipo de violencia sexual.
Como cooperativa comprometida en la defensa de los derechos de todas las personas queremos seguir reivindicando el bienestar y el cuidado de las mujeres, trabajando para poner la vida en el centro y para generar entornos de trabajo libres de violencia, fomentando y promoviendo las condiciones de trabajo dignas, promoviendo la conciliación de la vida personal, laboral y familiar, garantizando la equidad salarial y poniendo en valor todas las sentidos.
8 de marzo, una jornada que se llenará de manifestaciones por todas partes. Una jornada que queremos que sea bien visible para decir NO y suficiente a todas las discriminaciones, desigualdades y violencias machistas y patriarcales. Por poner los cuidados en el centro, y por exigir justicia y libertad. Este año nosotros lo hacemos con el lema "Acabar con la dominación para que podamos ser libres", una frase de la pensadora feminista bell hooks, acompañada de una ilustración de María y punto (@maria.ipunt)