Tenemos derecho a expresar libremente y sin censuras nuestras ideas y opiniones, respetando los límites que establece la legislación vigente y sin incurrir en el ejercicio de la ofensa o el desprecio.
Estos límites, no obstante, a menudo se muestran difusos y son muchas las zonas de sombra entre qué es lo que encuentra amparo en la libre expresión y qué lo susceptible de constituir un exceso y rebasar la legitimidad, especialmente en ámbitos como las redes sociales o Internet.